Un secreto LITERARIO
Un secreto puede contener una buena historia desaprovechada para el
público. Un secreto se convierte automáticamente en una historia
interesante para contar sólo por el hecho de que nunca saldrá a la luz.
El relato del secreto lo conoce quien lo ha vivido, quien lo retiene muy
a su pesar, en la privacidad de la noche. Una mordaza a un buen cuento
basado en hechos reales entregado al editor de la discreción y la
sensatez. Existen cientos de ocultas narraciones
geniales, encantadoramente rocambolescas, que superan a las que podemos
leer abiertamente. El secreto que tiene uno, el desarrollo de unos
acontecimientos que fascina al que lo posee, se convierte en una joya
encerrada en un envoltorio que no se abrirá nunca. Muchos tendrán la
necesidad de querer exhibirla, tanto en la recepción del palacio de un
tomo de cien páginas como en la plaza pública de un recital. Uno no
quiere humillar al redactarlo o al recitarlo, al contrario, el relato
secreto será bueno en cuanto a historia original y circunspecta. Puede
fijarse por escrito por ejemplo en un diario. Así no se temerá
olvidarlo. Se puede guardar bajo tierra a espera de ser encontrado.
Firmar como anónimo o con pseudónimo. El paso del tiempo puede modificar
para mejor o peor el cómo ocurrió lo que acabó convirtiéndose en un
secreto, ésto afecta sobre todo a los detalles más pequeños del
incidente y que en la mayor parte de los casos son determinantes. La
calidad del secreto literario exige veracidad. La realidad supera a la
ficción dicen. Pero ¿de qué sirve un secreto que es una ficción? La
realidad del secreto, el encorsetamiento de la boca tapada y las manos
atadas son hechos destinados al silencio y al disfrute del que lo carga
como un irrestible destino cumplido. Uno es el autor de su propio
secreto. Además siempre será el personaje principal puesto que es el
único que puede describir una crónica fiel. Cuando uno muera ya no le
importará que se descubra por fin una anécdota que no se pudo confesar
estando vivo.
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