Television

Sin ser consciente yo de que mis límites estaban enmarcados en el cuadro del ventanal, alguien me observaba moviéndome de una punta a otra de mi cuarto. Nunca supe durante cuánto tiempo. Al dejar sobre la cómoda libros, apareció en mi vista de catalejo la figura de una chica con el cabello negro azabache. Sus reflejos eran azules y sus ojos también, de una gama tranquila y amable. Comía palomitas de un bol. La saludé mimo con la mano y aunque sonrió su cara expresaba un asombro chocante ante tanta naturalidad. Le indiqué que abriese su ventanal mientras abría el mío con el objetivo de romper aquella quinta pared de vidrio. Lo hicimos casi al unísono y cuando la misma brisa que separaba nos despertaba, me dijo graciosa: eres mi teleserie favorita.

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