En el Café Barbieri

Las musas siempre están escondidas entre los frisos neoclásicos del Café Barbieri, en Lavapiés. Sentadas con las piernas colgantes, los piececitos descalzos de cal.

A veces algunas se deslizan por la columna de la inspiración que las sostiene de reojo la arena de mi creatividad. Arenas movedizas. Me susurran cuando se dignan a hablar y me dicen:

Continúa con tu diario.

LA VISITA

Ojalá pudiera visitarme
Ojalá pudiera traerme pastas
Y decir: gracias, qué buenas
Pero prefiero una copa
Visitar mi nueva decoración
Interior
Hacer visitas guiadas
Decirme que ésto fue caro
Que ésto ha sido un regalo
Que este jarrón se hizo añicos
Hace años
Y que la visita termine en fiesta
Y caer sobre la alfombra rodeado
De globos y enterrado bajo
Confetti.

Mañana

Escarabajo dándome la vuelta
pesadilla de sudor infrarrojo
se arrastra crujiente
aparta las olas de polvo plata
hacia la ducha.

Mirada de sal
el té caliente humeante
me niebla.

Resbaladizos cojines
cajones rebosantes de tela
Mirada de arena
Arcoiris.

Son las nueve.
Silencio negro verdoso

Cadáver vivo
vibrante de pie
sentado, echado
a perder.

Poema Bosque

Herbario de palabras.

Pirámide de murciélagos dormidos.

Ni ritmo de flecha. Ni pasos de corzo.
Ni contoneos de jaguar.

Crece la culebra.
Deseo de soltar leche negra.

Luciérnagas de vacío.

El búho vigila.

Los grillos son los dueños del silencio.

Puntos chillones de crías.
sílabas de grilletes


El lobo calla lamentos de hambre
de musas de carne.

El poema que cae del árbol.
El dolor fijado en la resina.

La alondra.
Los templos malditos camuflados.

El sacrificio del tiempo.

Gotas de lluvia destiñen el papel de bosque.

ESTANQUE

Los álamos al borde del río
Con sus dedos de rama
Tocan el agua y crean círculos
De caricias
De lanzas.

Olitas, surcos empujados
Leche verde

La calma de las piedras rodean
La frontera a lo sumergido

La cuerda floja de patos bobos Que se asoman al abismo de su propio reflejo.

La Rueda de la Fortuna.

Joaquina me ha echado las cartas y ha acertado. Han salido varios arcanos confirmando lo que era evitable por el juego sobre la mesa.
Al barajar, a Joaquina se le escapó una de las cartas al suelo. - ¡Cuál es, cuál es!, - ¡El nueve de copas!, es una buena carta...-dijo.
Yo quería saber algo referente al amor. L'amour, l'amour. En la primera tirada salió El Loco, que me representaba, al borde del precipicio -dijo. Él era El Colgado, a la espera. En la segunda tirada salió La Muerte, invertida. Yo sabía que significaba cambio, y todo pintaba que sería para bien. En esa misma, salieron varias cartas del palo de Oros: dinero.
Joaquina era una perfecta desconocida para mí. Era amiga de mi compañera de piso de toda la vida, y de todo el futuro, supongo. Tenía sesenta años y además me miraba a los ojos. Fue en mi casa y yo estaba completamente en pijama, física y psicológicamente. Justo en el momento que me lo propuso yo estaba probándome una boina a la Tolosa, como la que solía llevar mi abuelo, aunque no la compré por ese motivo. Todo eso pensaba mientras que como un atraco al reto del destino se me imponía el deseo de un futuro mejor o al menos y según lo que me dijera, tener la posibilidad de rebelarme e ir en contra de aquellos designios negativos.
La baraja de cartas era de mi propiedad. Y estaba recién comprada. Pedí las de Marsella sin saber muy bien de que venía eso. Luego descubrí que estaban editadas por Fournier.
El dependiente me puso unas que compré sin rechistar. Luego me arrepentí, y eché un vistazo a otras, y volví a decidir comprar las primeras, como si el hecho de trabajar en una tienda esotérica como dependiente tuviera como requisito leer la mente de los clientes en su compra. Las vitrinas llenas de santos, botes de ungüentos y todo tipo de parafernalia kitsch. Taxidermia de plástico espeluznante. Mientras me cobraba eché un ojo a unos colgantes de motivos religiosos mainstream: la cruz egipcia, el yin-yan. Estuve a punto de comprar el de la Estrella de David, pero la plata me pareció demasiado barata.
Cuando crucé el quicio de la puerta de la tienda, en el centro de Madrid, a cincuenta metros del Kilómetro Cero, escuché de refilón como la mujer parte de una pareja, se dejaba mimar por el dependiente mientras escuchaba que lo que estaba comprando era válido para la ouija. No sé que sería ese "algo", pero imagino que para ellos era algo poseía características "mágicas" y al mejor precio.
Yo quise comprar aquellas cartas porque me impuse a mí mismo la mentira de que quería dibujar a algunos arcanos mayores. Esa idea, ya la realicé hace años dibujando La Templanza en la moleskine, representada por una especie de ángel cósmico intercambiando vino entre dos copas que portaba en cada una de sus manos.
Esta vez, estaba interesado en dibujar, quizás, La Rueda de la Fortuna.
Después de que el dependiente subiera y bajara las escaleras de tres metros aprox para entregarme mis futuras cartas intenté ser lo más siniestro posible para divertirme y para no desentonar. Me llamaban la atención de forma natural, los minerales, pero todos estaban cubiertos de una misma pátina que les hacían brillar a todos por igual. También algunos péndulos, que como las cartas del Tarot, me gustaban como puro objeto, como objeto de diseño.
El resto de casquería mágica, todas aquellas vitrinas repletas, estaban cerradas con llave. No entendí eso a nivel metafísico. Los poderes podrían escaparse, deduzco.
Antes de irme, y por dejar un buen sabor de boca al dependiente que me observaba con una mezcla de curiosidad, excitación e ingenuidad, reparé en algo que parecían ser unas cajuelas que me hicieron pensar en las cenizas de los muertos. Se lo comenté para incomodarle y me respondió: -Vendemos algo específico para eso, una especie de cuencos en los que se meten, se conservan y se cuelgan del techo a modo de decoración.
MCGREGOR tomaba el té como si estuviera muerto, es decir, lo hacía tan en silencio y tan quieto que parecería tener un brazo y una boca mecánica. Pensaba en realidad, en qué podría pensar. Aquel día, después de tomar dos tazas sin azúcar, se puso su abrigo de seiscientos euros sobre su pijama de sesenta y bajó a la calle a dar un paseo y poner las cosas en orden para llegar a la conclusión sobre cuál sería el primer tema en el que querría pensar al llegar a casa. - ¡Eres un neurótico! -parecía decirle el teckel de su vecina al cruzarse en el ascensor con una mirada ingenua y agitada.
Pero McGregor lo era, un poco o bastante, según con quién comparase su neurosis. Quizás era un ejemplo de templanza en comparación con su compañero de piso. ¡Menudo paseo! Esa era la mejor hora para caminar, en la que sólo los locos y los vagabundos se relacionaban entre ellos. ¡Nubes negras, grises y blancas!

McGregor demostró su cálidad. Cogió la mano de Severine. El armazón de madera era gris y necesitaba pintura, la barandilla era insegura. Gabriel Ernesto había organizado aquella fiesta en la que el tema era "disfrázate de tu locura", inspirado en la forma que tenían los surrealistas para divertirse: imaginación y catarsis. McGregor se disfrazó de neurótico. Su disfraz  consistía en una cabeza de globo atada a su cuello en la que por cada una de las caras dibujó otras con diferentes expresiones. Mathias Fichmann dijo que no le era adecuado, que parecía que iba vestido de doble personalidad, o de vago. Andaba por la fiesta también Lido, que seguía muy de cerca (haciendo zoom con sus ojos azules como canicas dobles hacía McGregor y Severine) y parecía tener un buena salud. Iba disfrazada de ninfómana. Por lo que dijo al saludarles, continuaba corrigiendo las pruebas de su relato " La idiota de la familia". Severine pestañeaba por encima del hombro de MacGregor mientras bailaban. Severine iba vestida de polvo de estrellas. Observaba a Lido con una intensidad calmada y misteriosa que parecía invitarla a algo. Sonaba una canción de Dylan: "her sin is her lifelessness..".

A las 00:00 en punto MacGregor llegó a casa. Charlie, su compañero de piso, estaba sentado en el sofá pintándose las uñas de los pies en ropa interior. MacGregor pensó que no eran sus mejores calzoncillos y además esa desnudez parcial en otoño le parecía una provocación. Saludó tomando un lápiz de la mesa del hall y pinchando el globo. Se sentó a su lado y por un momento hubo un pequeño roce de pieles. - Pinto mis uñas de negro porque el negro no es un color o es un no-color. Hablaron sobre qué habían cenado. Se fueron a la cama a la vez, pensativos, como si uno fuera la mascota del otro. El cuarto de MacGregor, compuesto de mesa-escritorio, silla, cama y armario, parecía centellear en el espacio. Estaba cubierto de purpurina. Charlie había estado allí. Instintivamente, olisqueó si había algo revuelto, si habría estado buscando algo. Tampoco podía suponer qué sería tan importante como para entrar en su intimidad. Pero por el contrario, le invadió un aire de satisfacción el hecho de que hubiera estado allí. Se le hinchó el pecho del disfraz.

A la mañana siguiente, a la hora del té, McGregor estaba de un humor exultante, exhuberante. Añadía a todo lo que decía una cadencia particular, de color negro, amarillo o rosa palo. Charlie miraba por encima del hombro de MacGregor mientras hablaba con él, distraído en el reloj de cuco, que estaba a unos segundos de marcar 17:00. - La fiesta fue un bello caos. - Ajá.- Severine me permitiço sólo un baile. Sentí que yo era su Bob Dylan y ella mi Joan Baez.
Charlie se retiro al baño. McGregor siempre había observado que pasaba horas enteras encerrado allí. Como supo que tendría que esperar, deció dar otro de sus paseos con el pijama bajo el abrigo. Al volver, y al abrir la puerta, ojiplático reparó en que Severine se encontraba en el sofá pintándose las uñas. - Me pinto las uñas de negro -dijo - para debatir con quién me pregunta si es un color o no. - ¿Qué haces aquí?. - Vivo aquí, estuve en el baño, ya sabes que es mi momento zen. Quería agradecerte que hayas comprado ese bambú para decorar la repisa. Queda muy bonito junto a la radio. Muy acogedor.
McGregor no supo qué responder. Ese bambú se lo había regalado a Charlie. Hierático como una momia recién resucitada, y como con un crujir de huesos, se dirigió a su cuarto, mesa, silla, cama y armario, y en medio de aquella constelación de madera se preguntó que estaría ocurriendo. Lo importante era que Severine estaba allí. Pensó que en la próxima fiesta de "Disfrázate de tu locura" tendría que ir vestido de otra cosa.

Mujeres

Mujeres gordas
Mujeres feas
Mujeres obesas
Y americanas
Y chinas
Mujeres masculinas
Labios rosados y gruesos
De mujeres lesbianas
Serejum
Mujeres madrileñas
Mujeres felices
Mujeres brujas
Mujeres que se casan
Entre ellas
Mujeres que estudian
Mujeres que beben
Mujeres que fuman
Mujeres que leen
Mujeres Buda
Mujeres maestras
Mujeres perversas
Mujeres Mujeres
Mujeres libres
Mujeres Avión
Mujeres Hogar
Mujeres diamante
Mujeres putas
Mujeres serias
Mujeres enfadadas
Mujeres en la lucha

SS 20º

Felicidad de humo santo
Baile de fuego y pena de esparto
Botijo lleno de agua fría
De llanto.

( )

Qué será ahora:

Eterno fractal
Medicación molecular
Experimentos de carne.

Una lágrima de arlequín
subatómico

Qué será después:

Mutis hasta el próximo brindis,
Superpuestos otra vez
y entrelazados.

Conciencia que se teletransporta
En el espacio vacío
en el tiempo decorado.

[leer a oscuras neones con tu nombre]



Marino

Pobre heroica ancla

Personaje-vela

Piel curtida de dolor y playa

Blanca barba marina-
de nudos-

Perfil de cigarro y silencio-
Agua-

Bastón ocre-
Pulsera de oro-

Barco-silla

Brillo en sus ojos de sal-

Sombras-
De olas de cemento-

No me interesa un poeta que no hable sobre la muerte

No me interesa un poeta que no hable sobre la muerte
No es querer morirse simplemente para escribir
Es dar un paso de baile elegante
Hacia la reflexión sobre ella

Es ver lo bello o no de la muerte
A través de un filtro que tenemos ahora
Si escribimos sobre ella de forma bella será bella
y nunca será la verdad pero

no necesito que los poetas hablen tanto de la vida
Ya sé lo que es estoy en ello
Dime lo que hay después de ese misterio con palabras
de guerras y nubes
Manténme ocupado leyendo sobre ella para no pensar en ella

Sé que nos alcanzará
Sé que estará vestida de negro azul
Con capa y sombrero español

Quizás si le parecen buenos tus textos te indulte y
Te deje en vida para seguir escribiendo un poco más
No hay que dudar del mal gusto de la muerte.

+++

Quiero morir en Portugal

Quiero morir en Portugal
No quiero morir en París, ni en el barrio donde nací
Quiero pasar el túnel allí en Oporto
Quiero pasear antes de Nada
Por las calles de edificios marrones de chocolate
Y de vino y musgo prehistórico

Quiero revivir los buenos tiempos
De juventud en la que era el más taciturno
De la gente que cogía el autobús

Volver a estar solo
Ya tuve esa reflexión de marioneta
Por la ciudad
Quiero revivirla antes de morir en Portugal

Quiero morir allí quiero que mis cenizas de cuerpo
de cigarrillo sean enterradas allí

La mejor tierra el mejor abono las mejores lombrices
Los mejores recuerdos

Quiero que pasen por encima de mí los niños comiendo los mejores dulces

Y la lluvia durante días y la puesta de sol sobre la desembocadura.

poeta

el poeta se besa el poeta se mata

a sí mismo el poeta descubre al poeta que es

lleva dentro la libertad que no le da la sociedad
que no le da el psicólogo
que no le da dios que no le da el amor

al ritmo de su melodía
intransferible de entrañas
escribe

ciertas palabras juntas producen más efecto
que una revolución de sangre

el poeta quiere la libertad del horizonte sobre el mar

Alcohol

Nuevo > Microsoft Word Document > Miré a mi alrededor. La gente se repartía sentada en semicírculo a mi derecha y a mi izquierda, y, esperando a que me mirasen con ojos reprobadores, finalmente no lo hicieron, al contrario, simplemente charlaban entre ellos, ignorándome. Giraban sus cabezas a la derecha y a la izquierda, algunas adornadas con lazos y otras con sombreros, aprisionados cada uno de ellos entre dos conversaciones diferentes, sin poder llegar a saber de qué hablaba el resto. Reunión de amigos. Todos tenían en frente, sobre la mesa, un vaso de cerveza, menos yo, que no tenía nada. A la tercera Fanta de naranja decidí que no deseaba beber otra más, o me convertiría en Mickey Mouse. Antes de recorrer de nuevo con mi mirada a estos dos semicírculos de supuestos amigos; maquillados, sonrientes y de hombros relajados, pensé por un momento en la obligación de tener que escribir relatos sobre ciertos temas para intentar ganar concursos literarios. Desde hace unas semanas el alcohol, de cualquier graduación, no me sienta bien. Y esto es increíble, porque nunca pensé en mí como una persona abstemia. Simplemente, un día me levanté y dejé de poder beber vino o cerveza. Al principio, ya con el primer sorbo me mareaba, pero después, ya sentía náuseas sólo con el olor. Nunca pensé que esto me ocurriría a mí. Era poner a prueba mi sociabilidad durante mis momentos de ocio, antes todo el mundo me comentaba que era el alma de la fiesta, que no era lo mismo si no salía una noche con ellos, que tenerme cerca era asegurarse la diversión. Y ahora todo había cambiado: mis juegos de palabras ya no les robaban más que una sonrisa rota, o un dedo índice en la boca como señal de aprobación o un asentir con mirada de cordero. Yo continuaba y continuaba intentando fingir un leve y agradable mareo, una relajación del cuerpo, una lengua dormida y una sensación de exaltación de la amistad. Pero por lo visto, no soy tan buen actor. Mis padres y mis hermanos me felicitaron por mi nuevo estado. Pero más que felicitarme a MÍ, deberían felicitar a MI CUERPO, puesto que MI YO interior fue completamente ajeno de llegar hasta ese punto de no poder beber alcohol. Otra ronda. Por supuesto, dejé de generar tantas ideas como cuando me levantaba a la mañana siguiente después de salir un sábado por la noche y tras haber bebido chupitos de tequila y cerveza fría. O esa era la impresión que me daba. Sabía que no era cierto, ya que nunca había escrito nada bueno mientras bebía ni después de beber. Es obvio que a todo el mundo le llama mucho la atención esos hombres de mediana edad solitarios que sentados en las mesas de algunas librerías leen una novela mastodóntica mientras se pimplan una botella de vino. O actúan, y esperan a que pase algo extraordinario en la librería, como que una joven se le acerque a preguntar por el título de su lectura, o quizás encasquillada su lectura en una sola palabra durante minutos o teniendo que releer una y otra vez un pie de página. El ruido dentro de la taberna era cada vez más ensordecedor. Comenzaba a sentirme realmente mal. Siempre había querido ser diferente, pero nunca pensé que seria por esta razón. Ya no tenía mucho sentido vestirme con mis mejores galas los sábados por la noche, si no podía llegar al punto de desinhibirme tanto como para mostrarme como un pavo real antes los demás, y también, demostrar que podía ensuciar, rasgar o romper mi ropa en la pista de baile sin que me importara lo cara y bonita que fuese. Cuando terminó mi vaso de Fanta no supe que hacer con las manos. El truco de hacer origami de prendas de ropa interior con las servilletas ya no tenía gracia. Y menos hacer bolas con ellas y lanzárselas a mis supuestos amigos en la cara o intentar encestar en sus vasos de cerveza fría y burbujeante. Mirar al suelo, era lo que hacía. Fue una experiencia muy desagradable. Además del caos de bolas de papel del cuál yo mismo era el responsable, todos los baldosines estaban llenos de pisadas negras, trozos de comida, palillos. Vi una moneda entre toda aquella basura y esa sensación de soledad ante un secreto me mantuvo entretenido por un tiempo. En las comidas o cenas familiares era mucho peor. Antes mi familia creía, incluso yo, que el beber vino portugués Loios compulsivamente hacía que comenzara a despotricar contra todos y cada uno de mis consanguíneos. Les decía cosas crueles. Cosas en las que había pensado últimamente entre sueños. Pero, por lo visto, cuando no bebía también me comportaba de aquella forma. Ya no bailo en las fiestas. Mis amigos agradecen que cuando las fiestas son en sus casas no me suba al sofá y salte. Ahora lo echan de menos. Ahora me quedo sentado en el suelo, o en un taburete del bar. Y pienso en que me gustaría ganar algo de dinero con mis relatos. Ganar mucho dinero con cada vez relatos más cortos. Relatos que no me supongan ningún esfuerzo escribir. Relatos escritos de una sola vez. Pensaba eso mientras veía como en la pista, la gente bailaba fatal. Otra ronda ante mis ojos. Mis compañeros de trabajo celebraban muchos viernes la llegada del fin de semana bebiéndose unas cervezas. En esto, agradezco que mi cuerpo haya decidido no poder beber. Para mí, las cenas de empresa no siempre acababan bien. Simplemente continuaba callado como durante toda la jornada laboral. Lo peor es cuando estoy sólo. Era un bebedor solitario. Pero no hay nada más triste que vomitar y que nadie luego te dé una pequeña toalla empapada en agua fría y vaya a comprar pan integral. Tuve que empezar a ver la televisión sobrio. Esta siendo una experiencia muy desagradable. Ahora tengo la sensación de que los que aparecen en televisión son los que han bebido alcohol. Y aquí me encuentro ahora, exactamente en la sección de bebidas energizantes del supermercado. Y escribir, intento escribir mucho, para no pensar que soy una nueva persona abstemia, a la que tengo que conocer. Quiero ser un escritor abstemio, como mínimo. Porque así siempre podré decir: “No, no bebo, pero he ganado 1.000 euros por un solo haiku”

VAGABUNDO DOMÉSTICO 1

El cuello es el tronco caído
sobre la almohada,
la cabeza el busto griego
blanco y gris sin arrugas
por no haber sonreído
nunca.

DOMÉSTICO 3

Mis pies son bonitos y están sucios,
y mi boca llora,
y mis ojos se abren como serpiente
que ahoga un cazador camuflado
en el cajón de la ropa interior.

DOMÉSTICO 4

Estoy encerrado en esta jaula de esqueleto,
de bolsas de plástico vacías que vuelan
hasta las esquinas del cuarto y
el viento interior que sopla la boca de la soledad
enfrían mis pies y enrojecen mis labios.

Peluquería 4

Me dirigí al Barrio de Chueca y escogí una peluquería al azar. Entré en la primera que vi con uno de aquellos signos en forma de tubo de líneas rojas, blancas y azules que dan vueltas. El peluquero me pareció demasiado simpático. Antes de disfrazarme de cura, envuelto en aquella capa negra, me invitó a sentarme frente a un póster de Paul Newman. Me sentí más tranquilo e inspirado y me dejé llevar, esperando la guillotina. El peluquero miró al espejo, me miró a los ojos a través del espejo y me dijo: - Voy a hacerte un corte inglés. El rollo que te va a ti es el de ejecutivo. Mientras yo cerraba los ojos por miedo a que me cortara las pestañas mientras me igualaba el flequillo me comentaba que tuviera mucho cuidado con quién me cortaba el pelo: - No dejes que cualquiera te lo toque. Muchos luego vienen a mí a reparar el estropicio. De repente, entró en el espacio un chico moreno, guapo, sonriente. Hablaron entre ellos como si yo no existiera. Empiezo a cabrearme y me obligo a relajarme. Cuando vuelve a mi nuca, me cabrea que me moleste de nuevo ya que estaba muy bien tranquilo, allí, sentado observando a Newman. Su imagen me sugería la de una especie de Cristo del Estilo. Remata la faena tan rápidamente y con tanta seguridad que acierta. Me cambia la dirección del flequillo (hacia la derecha), me limpia los restos de pelo con un cepillo suave como si fuera un teckel. Fuera capa. Salgo de la peluquería hecho un Newman inglés con andar de ejecutivo.  Durante el camino de vuelta, cambio la dirección de mi flequillo hacia la izquierda.

!?

Árbitro de palabras,
la vida es una gran signo de exclamación!
                                         interrogación!

Primer amor

No hay nada que hacer en contra del primer amor
porque el corazón y el estómago virgen sufren el placer
de la primera mariposa que enciende la mecha de la muerte.

No hay nada que hacer en contra de estar a favor
del primer amor porque nunca volveremos a tener esa
sensación de regocijo al llegar a casa y ese placer fetal
en la cama al pensar e imaginar tocando sus pómulos de
calavera blanca.

En las entrañas rojas un beso en los labios rosas, y otro
a través del papel fino que es la frontera del primer amor
consumado.

El brillo de las manos entrelazadas por primera vez en la oscuridad
de la sala de cine.

Carpaccio

estamos envueltos en todo aquello que no somos nosotros por dentro
todo es víscera y carreteras cerebrales y luego fuera el resto en el que se incluye vosotros
la matanza irracional de animal racional
exterior de arte, interior de entraña
trozos de carne solitarios que vagan y se desintegran bebiendo Coca-Cola
la pantalla de la piel es el telón que la separa de la línea fina confetti de milimétricos monstruos transparentes de aire
de ciudad

Estoy escribiendo

Erres de nervios amarillos
Tes de concentración marrón
Comas, azar púrpura
Brujería de jotas negras
Eses sibilinas rosas
Papel mojado de pérdida roja
Susurros de inconsciente azul

AEIOU vocales de saltos
De piedras de río
De franjas de arco-iris

Restas grises, sumas naranjas
Ouija de papel de plata
Árbitro de espacios en blanco
Horizontalidad que vibra verde
Dedos engarzados a un cetro
De plástico transparente
De capucha de monje dorado.

#Horóscopochino

Amasijo de mono
Piel de rata
Orgullo de serpiente
Mirada de perro
Cola de dragón
Tupé de gallo
Coces de caballo
Espalda de buey
Dibujo de tigre
Collar de jabalí
Leche de cabra
Hambre de cerdo

Mujer romana

Soy una mujer romana nunca hablo, cuando lo hago soy un hombre. Expreso aprobación con los ojos odio con los labios amo con las mejillas cruel sin nuez tirabuzaones presa de plata espejo de silencio, sibila sangre sacrificios orificios cintura de reloj de arena fuego sagrado de cristal boca de la verdad. Soy una mujer romana, nunca hablo y cuando lo hago soy considerada un hombre.
NO plano
No cúmulo
No cuadrado
No rombo
No línea más corta del punto A
Al punto B
Siempre en movimiento ando dormido
No centro
No indentidad
No poder
No lógica!


Cut-up #clienta3

Shop shop shopping death death death
Healthy wave
nasty chain of gold
Gold gold sur naked body body Skull
diamonds lobster
Shit Jelly petroleum
Jelly face face In disguise torment karma skin
Lovely jet black
pink haze over High heels of violence
Oxfords Box
Paper plastic love
purple Money classic
Elegant contamination
No country style bones
Sweet botox Shiny collagen
holocene aging Velvet
Capitalism lipstick marks
Cosmos glitter heart
Heart radiation
Heart pussy
Heart flower
Heart Punch Trapped in old Balenciaga.

Visita a Carabanchel

Capital de barrio
capitalismo de pequeñas tiendas
underground del no extrarradio
chicas de pelos de colores
de pelos en las piernas
de góticos
de jóvenes amantes latinoamericanos besándose en las paradas de metro
de rockeros en las fiestas tributo a Elvis
juego a ser pobre (lo soy), juego a ser rico (lo soy)
juego a ser poeta (lo soy)
es Madrid
son las hormigas obreras eternas
la calma amable
los rascacielos de ladrillo
los perros paseando bajo la llovizna
los James Dean en chándal
cobijo por anonimato
cobijo por los bares de taxistas
y sus cafés en vaso alto
cobijo por las farmacias
por los parques con nombres de santo
juego a ser santo (lo soy)
juego a ser demonio (lo soy)
juego a ser de Carabanchel.

Un ramo de flores

He visto pasar a un hombre con un ramo de flores
A quién se las llevará
A un amor o a un muerto quizás sean para él.

Una foto

Mirada tuerta
Guiño de máquina
Tensión de esqueleto
Bella baba

Pistola de flores
Bala transparente
Dibujo de leche
Carne dura que vibra
Click*



(*)ohm

Quiero verlo todo (mi interior, espíritu de carne roja)
Quedarme KO de autocontrol (puñetazo ohm)
Quiero valorar el camino (baldosas y palabras)
Estúpido asombro por explorar mi mente como destino turístico (bandera blanca)
Quiero simplificar (maleta de huesos)
Libro envuelto en una muda envuelta en un paño atado a un palo (espada de flores)
Quiero reflejar todo (espejo y prisma reflectante)
Quiero pescar sin cebo (olas de río, algas de secano)
Escribir sin mentiras (sin las mías, sin las tuyas)
Quiero cazar mariposas de vacío (sin miedo, sin red)

No inspiración

Al menos siempre floto
Nunca me pudro
Y además bailo ligero
Bloqueo de hilo de plata
Al ritmo de las tormentas
Conexión contra un nudo negro
Puro del cosmos
Vela primitiva
Tengo buen oído para el silencio
Centro retro futurista
Kilómetro 0 de arenas movedizas
Grises
Saltos y agujeros en la cima del volcán
Donde intento empujar
La piedra de la no inspiración.

10:30 a.m. [El ensayo de la cantante de ópera]

Ayer fue un concierto de violín a la hora de la siesta
Hoy los gorgoritos espectrales de la cantante de ópera me despiertan
Dormir sobre el techo de un teatro te sirve de alarma
Las lámparas de araña vibran
El arte no parece fascinante cuando es obligatorio
Silencioso desconcierto cuando observo desde la ventana del cuarto lo plano de los colores de las traseras del Teatro Nuevo Apolo
Un vacío interior propio
Privado de ventanas
La claraboya, la chimenea
Sé que están ahí abajo 
Les estoy pisando las ideas
Yo soy mi obra, la que no ve el público
Pero oigo sus aplausos
No saben que yo estoy sobre sus cabezas deambulando en pijama
Cuando silban quizás sea porque no les gustan mis zapatillas de casa. Pero en este caso
Es la soledad del vecino sobre la soledad de la cantante de ópera sobre el escenario
Vibración de monstruosa feminidad
Ecos de oro
Me horripila someterme a la invisibilidad de mi aturdimiento ante una demostración de tormento vocal
No reconozco qué interpreta
Tanta sensibilidad me desagrada tan temprano
Soy un macguffin pero no sé de qué trama
Pero mi próxima escena será en el baño.

En el Café Barbieri (diario)

1. Mi joroba de algodón apoyada sobre el terciopelo rojo.
2. Los espejos frente a los espejos.
3. La mesa de mármol como tumba caliente sobre la que firmo un contrato de momentum cliché.

Cuatro actrices en la mesa de enfrente conversan, son felices, al menos lo parecen, son actrices. Me pregunto cuando sacar de la taza la bolsita de té. "Depende de lo fuerte que lo quieras".

5. Las columnas de acero marrón sostienen un techo decorado con frisos neoclásicos de imitación.

"Lo importante es escribir, sea lo que sea". Ensanchar, sacar de la cabeza malas historias, palabras vacías junto a palabras vacías.

Las camareras hoy en el Café Barbieri son demasiado simpáticas. Una de ellas ha estado a punto de estornudar dentro de mi taza. Dice que tiene mal la garganta. Pienso "me da igual". "Depende de lo fuerte que quiera tu estornudo sobre el té".

Quiero el reposo de escribir en un café que me guste y que esté al lado de casa, pero es sólo una ingenua proyección. El té es demasiado dulce y lo que escribo es estúpido. Quizás si lo recitase una de las actrices sonaría mejor. Una emoción profunda puede descifrarse en unas frases ligeras. Me pregunto cuál es el filtro donde queda el poso de confusión que siento, en qué parte del cuerpo. Quizás en el estómago, en el corazón compungido o en cualquier otra entraña.

6. Cojo el periódico.

Pesadilla [La sangre del sueño]

A las 5:30 a.m. despierto creyendo que viene a por mí la Gestapo. Es 2017 no sé cómo me llamo es tan profundo el espanto de mi reflejo negro. Respiro hondo estoy vivo estoy protegido como si las plumas de ganso fueran un chaleco antibalas. El cuello acurrucado moldeando la almohada ceniza de Pompeya. He estado soñando. Tengo la sensación de haber interpretado en la dimensión de mi mente dormida, videojuego ligero sin cables. En aspa espero abierto a la nueva película transparente, segundo round del subconsciente sin hambre. Me ajusto el pijama para la guerra caliente. Babeo tras la trinchera de colchón. Me pierdo en la tranquilidad del nervio del amanecer.

Collage colapso

Collage colapso de luz a partir del negro. Trozos de arcoiris meditativos. Tintes mezcla de papel e inconsciente. Es la tijera contra el cartón para no utilizarla contra mí mismo. Azar bruto. Pulso que bombea pegamento. Ritmo con sonido de hoja. Reconstrucción bidimensional de árbol mutilado. Arma blanca al corte fino sobre el dedo. Vampiro con sed satinada. Jaaquemates. Puñetazos que dejan manchas decoloradas sobre la piel. Rito A3. Invocación de mini-pangeas. Cosmografía de frustraciones. Explosiones milimétricas. Un único resultado. Un espejo reconstruido. Un reflejo del alma reciclada. Gira en todas direcciones flotando en el cosmos del cuarto que flota en el cosmos. Restos tras la fiesta. Basura de emoción cansada. Muro picado de calma. Gasolina cuadrada. Carne fragmentada expuesta al roto, al cuchillo y al periódico. Bodegón pisoteado. Joya encajada contra el suelo. Colapso. Bebé de la belleza. Hijo bastardo del arte. Inmortalidad naíf.

Soy el centro

Soy mi psicólogo soy mi enfermo
Es decir, soy simplemente un diván.
O al menos así me siento.
Ahora mismo un diván sentado en un sofá.

Soy alcohólico y el que reprueba el alcohol
Una copa de cristal.

Soy el cosmopolita y el labrador
Un burro vestido de gala.

Soy mi padre soy mi esperma
Soy yo.

Soy mi boca soy mis labios soy humo
Soy un cigarrillo.

Soy mi vagabundo soy mi cuarto de infancia
Soy mi madre pensando en mí.

Soy todo soy nada
Soy tú.


Madrid. 04/01/2017

Pensamiento negro al cruzar la Puerta del Sol

Olores putrefactos
Futuros presentes perfumados
Arterias que secan pálpitos.
Ningún esqueleto es rubio ni
Moreno ni carga bolsas
Ni siente esperanza.
El paso más lento
El ritmo horizontal.
Los apartamentos, tumbas mullidas.
Los vivos, simplemente cadáveres.

Madrid. 03/01/2017