Candado gris

Paseaba cerca del puente del Alma, mi vista favorita hacia la Torre Eiffel. Por supuesto que pensé en Diana de Gales. Me había quedado sin cigarrillos y entré en uno de esos cafés restaurantes de lujo de aquel arrondisement y pedí cambio. Tenían máquina. El camarero me pareció demasiado simpático. Quizás mi francés estaba mejorando. Fumé mis pensamientos al borde del Sena, ¿cómo podía desperdiciar de aquella manera el paseo? El gris del suelo era el mismo en todas las ciudades del mundo, pero ¡aquel gris del cielo! Me teletransporté hasta el Puente de las Artes. Me acerqué a la parte de los candados que cuelgan los enamorados. Era aberrante todo aquel peso. Yo no tenía candado. Justo la tarde anterior había dejado uno dentro de una macetita que reposaba sobre la tumba de Jean Seberg en el cementerio de Montparnasse.
Laurent

Nada más aterrizar en el Campo de Marte me crucé con aquella estilista de moda tan excéntrica que llevaba siempre gafas de sol y mantilla. Lo tomé como un presagio. Yo sólo pensaba en Laurent, el dependiente del corner de al lado, que siempre me ayudaba con los cambios. Di vueltas alrededor de la Torre Eiffel como un tigre enjaulado hasta que me soltó para acercarme a una brasserie y beber una cerveza, belga, y continuar pensando en Laurent, que siempre me ayudada a cuadrar la caja. Me teletransporté hasta la Rue du Bac, donde vivió y murió el escritor Romain Gary. Como un gatito ante la visión de un pájaro me quedé embobado mirando la placa. No recuerdo durante cuánto tiempo. Pero se hizo de noche. Y regresé a tomar el metro por el Boulevard Raspail con la tranquilidad de un gánster.
Duermo en la bañera buscando volver.
Flores brotan en las grietas del techo.
Las lágrimas alucinadas surcan las ojeras.
Duermo en la bañera buscando volver.

Células sudorosas borrachas de gel.
Tiempo perdido al sostener un diccionario.
Tiempo perdido de partituras empapadas.
Duermo en la bañera buscando volver.

La única verdad es el ritmo del goteo.
Tiene valor ser tan absurdo y cruel.
Pero tan brillante es la impostura de mi piel.
Duermo en la bañera buscando volver.

Espuma que ahorca y no sabe a miel.
Es divertido aburrirse en el agua.
Duermo en la bañera buscando volver.