Laurent

Nada más aterrizar en el Campo de Marte me crucé con aquella estilista de moda tan excéntrica que llevaba siempre gafas de sol y mantilla. Lo tomé como un presagio. Yo sólo pensaba en Laurent, el dependiente del corner de al lado, que siempre me ayudaba con los cambios. Di vueltas alrededor de la Torre Eiffel como un tigre enjaulado hasta que me soltó para acercarme a una brasserie y beber una cerveza, belga, y continuar pensando en Laurent, que siempre me ayudada a cuadrar la caja. Me teletransporté hasta la Rue du Bac, donde vivió y murió el escritor Romain Gary. Como un gatito ante la visión de un pájaro me quedé embobado mirando la placa. No recuerdo durante cuánto tiempo. Pero se hizo de noche. Y regresé a tomar el metro por el Boulevard Raspail con la tranquilidad de un gánster.

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