Ayer decidí dar una tregua a mis neuras y he despertado con la piel marmórea sintiéndome un Apolo.
Los muslos menos enjutos, llenos de piedras, y los ojos penetrantes, como de buceo en una piscina de chocolate negro.
Los pómulos de vino rosado y los labios rojos carmesí de calma. La frente blanca Carrara, y un heroísmo de escultura griega de pito pequeño.
Ayer cuando alguien me dijo, eres placentero, decidí dar una tregua a mis nervios, y he despertado con los hombros marcados a cincel.
Los omóplatos como alas brillantes, que reflectan, como dos ventanas de vidrio de un rascacielos que protegen del tiro.
La inquietud de ayer terminó, y he despertado convertido en una bandera blanca.