Alcohol

Nuevo > Microsoft Word Document > Miré a mi alrededor. La gente se repartía sentada en semicírculo a mi derecha y a mi izquierda, y, esperando a que me mirasen con ojos reprobadores, finalmente no lo hicieron, al contrario, simplemente charlaban entre ellos, ignorándome. Giraban sus cabezas a la derecha y a la izquierda, algunas adornadas con lazos y otras con sombreros, aprisionados cada uno de ellos entre dos conversaciones diferentes, sin poder llegar a saber de qué hablaba el resto. Reunión de amigos. Todos tenían en frente, sobre la mesa, un vaso de cerveza, menos yo, que no tenía nada. A la tercera Fanta de naranja decidí que no deseaba beber otra más, o me convertiría en Mickey Mouse. Antes de recorrer de nuevo con mi mirada a estos dos semicírculos de supuestos amigos; maquillados, sonrientes y de hombros relajados, pensé por un momento en la obligación de tener que escribir relatos sobre ciertos temas para intentar ganar concursos literarios. Desde hace unas semanas el alcohol, de cualquier graduación, no me sienta bien. Y esto es increíble, porque nunca pensé en mí como una persona abstemia. Simplemente, un día me levanté y dejé de poder beber vino o cerveza. Al principio, ya con el primer sorbo me mareaba, pero después, ya sentía náuseas sólo con el olor. Nunca pensé que esto me ocurriría a mí. Era poner a prueba mi sociabilidad durante mis momentos de ocio, antes todo el mundo me comentaba que era el alma de la fiesta, que no era lo mismo si no salía una noche con ellos, que tenerme cerca era asegurarse la diversión. Y ahora todo había cambiado: mis juegos de palabras ya no les robaban más que una sonrisa rota, o un dedo índice en la boca como señal de aprobación o un asentir con mirada de cordero. Yo continuaba y continuaba intentando fingir un leve y agradable mareo, una relajación del cuerpo, una lengua dormida y una sensación de exaltación de la amistad. Pero por lo visto, no soy tan buen actor. Mis padres y mis hermanos me felicitaron por mi nuevo estado. Pero más que felicitarme a MÍ, deberían felicitar a MI CUERPO, puesto que MI YO interior fue completamente ajeno de llegar hasta ese punto de no poder beber alcohol. Otra ronda. Por supuesto, dejé de generar tantas ideas como cuando me levantaba a la mañana siguiente después de salir un sábado por la noche y tras haber bebido chupitos de tequila y cerveza fría. O esa era la impresión que me daba. Sabía que no era cierto, ya que nunca había escrito nada bueno mientras bebía ni después de beber. Es obvio que a todo el mundo le llama mucho la atención esos hombres de mediana edad solitarios que sentados en las mesas de algunas librerías leen una novela mastodóntica mientras se pimplan una botella de vino. O actúan, y esperan a que pase algo extraordinario en la librería, como que una joven se le acerque a preguntar por el título de su lectura, o quizás encasquillada su lectura en una sola palabra durante minutos o teniendo que releer una y otra vez un pie de página. El ruido dentro de la taberna era cada vez más ensordecedor. Comenzaba a sentirme realmente mal. Siempre había querido ser diferente, pero nunca pensé que seria por esta razón. Ya no tenía mucho sentido vestirme con mis mejores galas los sábados por la noche, si no podía llegar al punto de desinhibirme tanto como para mostrarme como un pavo real antes los demás, y también, demostrar que podía ensuciar, rasgar o romper mi ropa en la pista de baile sin que me importara lo cara y bonita que fuese. Cuando terminó mi vaso de Fanta no supe que hacer con las manos. El truco de hacer origami de prendas de ropa interior con las servilletas ya no tenía gracia. Y menos hacer bolas con ellas y lanzárselas a mis supuestos amigos en la cara o intentar encestar en sus vasos de cerveza fría y burbujeante. Mirar al suelo, era lo que hacía. Fue una experiencia muy desagradable. Además del caos de bolas de papel del cuál yo mismo era el responsable, todos los baldosines estaban llenos de pisadas negras, trozos de comida, palillos. Vi una moneda entre toda aquella basura y esa sensación de soledad ante un secreto me mantuvo entretenido por un tiempo. En las comidas o cenas familiares era mucho peor. Antes mi familia creía, incluso yo, que el beber vino portugués Loios compulsivamente hacía que comenzara a despotricar contra todos y cada uno de mis consanguíneos. Les decía cosas crueles. Cosas en las que había pensado últimamente entre sueños. Pero, por lo visto, cuando no bebía también me comportaba de aquella forma. Ya no bailo en las fiestas. Mis amigos agradecen que cuando las fiestas son en sus casas no me suba al sofá y salte. Ahora lo echan de menos. Ahora me quedo sentado en el suelo, o en un taburete del bar. Y pienso en que me gustaría ganar algo de dinero con mis relatos. Ganar mucho dinero con cada vez relatos más cortos. Relatos que no me supongan ningún esfuerzo escribir. Relatos escritos de una sola vez. Pensaba eso mientras veía como en la pista, la gente bailaba fatal. Otra ronda ante mis ojos. Mis compañeros de trabajo celebraban muchos viernes la llegada del fin de semana bebiéndose unas cervezas. En esto, agradezco que mi cuerpo haya decidido no poder beber. Para mí, las cenas de empresa no siempre acababan bien. Simplemente continuaba callado como durante toda la jornada laboral. Lo peor es cuando estoy sólo. Era un bebedor solitario. Pero no hay nada más triste que vomitar y que nadie luego te dé una pequeña toalla empapada en agua fría y vaya a comprar pan integral. Tuve que empezar a ver la televisión sobrio. Esta siendo una experiencia muy desagradable. Ahora tengo la sensación de que los que aparecen en televisión son los que han bebido alcohol. Y aquí me encuentro ahora, exactamente en la sección de bebidas energizantes del supermercado. Y escribir, intento escribir mucho, para no pensar que soy una nueva persona abstemia, a la que tengo que conocer. Quiero ser un escritor abstemio, como mínimo. Porque así siempre podré decir: “No, no bebo, pero he ganado 1.000 euros por un solo haiku”

VAGABUNDO DOMÉSTICO 1

El cuello es el tronco caído
sobre la almohada,
la cabeza el busto griego
blanco y gris sin arrugas
por no haber sonreído
nunca.

DOMÉSTICO 3

Mis pies son bonitos y están sucios,
y mi boca llora,
y mis ojos se abren como serpiente
que ahoga un cazador camuflado
en el cajón de la ropa interior.

DOMÉSTICO 4

Estoy encerrado en esta jaula de esqueleto,
de bolsas de plástico vacías que vuelan
hasta las esquinas del cuarto y
el viento interior que sopla la boca de la soledad
enfrían mis pies y enrojecen mis labios.

Peluquería 4

Me dirigí al Barrio de Chueca y escogí una peluquería al azar. Entré en la primera que vi con uno de aquellos signos en forma de tubo de líneas rojas, blancas y azules que dan vueltas. El peluquero me pareció demasiado simpático. Antes de disfrazarme de cura, envuelto en aquella capa negra, me invitó a sentarme frente a un póster de Paul Newman. Me sentí más tranquilo e inspirado y me dejé llevar, esperando la guillotina. El peluquero miró al espejo, me miró a los ojos a través del espejo y me dijo: - Voy a hacerte un corte inglés. El rollo que te va a ti es el de ejecutivo. Mientras yo cerraba los ojos por miedo a que me cortara las pestañas mientras me igualaba el flequillo me comentaba que tuviera mucho cuidado con quién me cortaba el pelo: - No dejes que cualquiera te lo toque. Muchos luego vienen a mí a reparar el estropicio. De repente, entró en el espacio un chico moreno, guapo, sonriente. Hablaron entre ellos como si yo no existiera. Empiezo a cabrearme y me obligo a relajarme. Cuando vuelve a mi nuca, me cabrea que me moleste de nuevo ya que estaba muy bien tranquilo, allí, sentado observando a Newman. Su imagen me sugería la de una especie de Cristo del Estilo. Remata la faena tan rápidamente y con tanta seguridad que acierta. Me cambia la dirección del flequillo (hacia la derecha), me limpia los restos de pelo con un cepillo suave como si fuera un teckel. Fuera capa. Salgo de la peluquería hecho un Newman inglés con andar de ejecutivo.  Durante el camino de vuelta, cambio la dirección de mi flequillo hacia la izquierda.

!?

Árbitro de palabras,
la vida es una gran signo de exclamación!
                                         interrogación!