Cumpleaños

Pensaba que era un abrazo multitudinario pero era una fiesta de cumpleaños en la que iban a soplar las velas sobre mis huesos de tarta. Brasas de mi carne. Nunca mi piel estuvo más marmórea y mis labios más rojos de público. En el proceso no pude pensar en ti. Fui egoísta pensé en mí. En la epidérmica del telón del dolor. En el protagonismo del tumulto carmín de la muerte halagando un año menos. La venganza de la felicidad desde el cielo, son mis mejillas rosas las que quieren ser besadas de rabia.

Los bebés me sonrieron


lo primero que vieron al abrir los ojos 

fue a mí descubriendo los míos de asombro,

 

mi deseo azul de vuelta atrás,

de charca de madre,

de calma dorada de paz de algodón,

los deditos máquinas de carne,

las cabezas de lunitas con caparazón

de tortuga,

geminis, bebés-queso,

espíritus de candiles canijos,

de reposo de pecho.

 

saludé a su padre, 

felicité a su madre,

los bebés me sonrieron,


lo último que vieron al cerrar los ojos

fue a mí cerrando los míos de asombro.


 

 

 

 

Losas amorosas

arcoiris sobre el granito de las tumbas

en el área trece del cementerio de Montparnasse

no hay nadie salvo el guardián

todos los que estamos allí pensamos lo mismo

también la torre

cipreses y pinos verdes oscuros sucios

arroyo de silencio de río seco

Jean, Serge, Tristan, Charles, Simone, César

reposan y puedo no verlos, no hay voces sólo rayos

de luz,

París, enorme tumba, soy un souvenir de mí mismo

grabadas mis iniciales en barro. 

No vengo a hacer deporte, ni saltos de piedra

en piedra, he llegado hasta aquí, casualidad 

deambulo sobre como en el paseo de las estrellas

muertas.


 

 


Biblioteca interior

Autoficción. Al levantarme optimista, la mañana es poesía y a cada sorbo de café una estrofa. Al salir por la puerta ya es prosa. De camino pensamientos epistolares dedicados a Carlota o Beatriz. Mezcolanza de géneros al entrar al trabajo y al salir siempre versos libres, blancos, la sonrisa avuelapluma. Hago apología del naturalismo vistiendo pero mi cabeza es ciencia ficción. Quedar con amigos es una enciclopedia, un librillo de historia. Cuentos al volver a casa, el reposo de un héroe romano al posar la cabeza sobre la almohada. Todas nuestras vidas son bestsellers. Algunos son felices siendo la suya un fanzine underground. La familia, catálogo de amor obligado. Unos son La Biblia y otros La Odisea. La vida es un teatro pero a veces siento que es un manual de mueble de Ikea o un prospecto. Anhelo las notas de amor pegadas en el frigorífico, los post-it con ideas nuevas. Sueño novelas rosas en ediciones bilingües. En los animales siempre veo fábulas y hasta que llegue el reposo de cuadernos de botánica, me planto en la tragicomedia.

Cowboy

Cowboy

su pistola bala arcoíris
es demasiado extravagante
sus botas amarillas
su sombrero fucsia
su chaleco rojo
para ellos que son tan
de blanco arena
negro agujero
y gris buitre

la cerveza que bebe verde llanura
los limones que exprime lavanda
y en la bañera oxidada de cobre
el jabón pálido dejando el agua
turquesa

las vacas que cuida manchan lilas
el látigo vaquero se ha ahogado
no hay nadie que entienda
en el río rojo
todo es azul tormenta
soledad borgoña
incomprensión mostaza
inmensidad oliva.

campanas heladas

 

la hostia consagrada al domingo de frío
ecos de manos polares que empujan,
deben ser las doce en San Miguel
devoran al dragón despedazado,
las palmeras canas, las rosas rojas albinas,
la gárgolas tiritan, bailan,
la luz del sol lucha de lanzas al hielo
y entre lo imposible del cool del blanco,
negrura
las carcajadas de los niños muestran sus campanillas
libres y frígidas,
entre ellos disparan balas que se deshacen
antes de herir de muerte por risa,
el fin de la única mejor guerra que siento
que anuncian las campanas

Kentucky Fried Black Chicken

Se dirigió decididamente a aquel restaurante de comida rápida a recoger lo que él creía que sería una compra perfecta. Necesitaba una gallina, pero también quería aprovechar el ritual que iba a aplicarme para luego tener cena. Creo firmemente que se equivocaba con tanta grasa. Herir mi delgadez sería más fácil atacando un hueso de pata de jamón. 

En ningún momento sentí el agobio del rebozado. Como intuí desde el primer momento sus pretensiones, estuve todo el día mordiendo zanahorias, sumergiéndome en ensaladas y mascando tofu. 

Él, embadurnado de patatas fritas pensaba en generarme dolor, pero ese ritual dos por uno le falló. 

No imaginaba el motivo de tal acto de pérdida de tiempo y de cupones descuento. 

Si merecía ese suplicio, esa vergüenza ajena, sería por algo, y pido perdón, pero a esa ave de corral, no al gourmet de pacotilla. 

Cuanto más engordaba él, yo más deprisa corría, cuantas más manchas en su camiseta de Motörhead, más suave la brisa en mi cara. 

Un huesito quedó estancado en su garganta, y yo mientras daba de comer migas de pan a los gorriones.



Cuerpo de ancla

la tristeza es un ancla que se me tiró a la cabeza 

y bajó por la garganta hasta los pies, cada brazo

es una pierna, el ojo del arganeo el tercer, y

la caña la columna y los peces que sois vosotros 

nadan deambulando acariciando con sus crestas

los mapas de mi cuerpo de ancla.