RAYUELA

Muchos hombres juegan a la Rayuela sobre el cuerpo de las mujeres y pierden: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10.
Quizás ellas prefieran el 4, 6, 8, 9, 10, 1, 3, 4, 2, 5.
Quizás a veces sólo les apetezca el 5, 5, 5, 5, 2, 3, 5, 5, 5.
Los pechos en Nicaragua, Japón o Sudáfrica son iguales.
No pienses que todos los pechos esperan dólares.
No pienses que los pechos esperan.
No pienses.
No pienses cuando chupas sus ojos de leche mientras el Gran Ojo nos observa.
Intenta conocerla mejor haciéndole una radiografía horizontal.
Hazlo tan bien que su cuerpo retenga en su memoria de carne lo que le hiciste.
Escribe en su espalda con el dedo “aliento” y en su estómago todavía no embarazado “siempre”.
Intenta que sus orgasmos cuenten más de 10.
Que la Rayuela dure lo máximo: una calle entera, un malecón. Hasta el mar.
Leed algo después.
Tacha en tu agenda su nombre si quieres. No es un contrato.
Apunta su talla de sujetador, si quieres, pero sólo para regalarle uno al día siguiente y coser tus iniciales en él.
Y háblale de la “futilidad de la memoria” para justificar que mañana
no será sólo una cruz en la lista.
Que será algo más que Emma, Sofía o Giovanna.
Que será.
Que serás.
Que.
Que tú para ella no serás un dildo más.
Que tú para ella serás algo más que Claudio, Tizziano o Giulio.
Que tú para ella eres también una Rayuela.