Tercera persona

Monsieur Matosse no era en realidad Monsieur Matosse. Su verdadero nombre era Juan Dando. Lo que si era cierto era que estaba enamorado secretamente del Conde Brel. Se conocieron durante la escritura de un microrrelato. Juan Dando escribía sobre el Conde. Fue un amor a primera tinta. Juan Dando, al redactar lo que era un sencillo five o´clock en el barroco salón de Madame Neuville, visualizó al Conde Brel sentado tímidamente en el único sillón fernandino de la sala. Resplandecía. Juan Dando, disfrazado en palabras de Monsieur Matosse, portaba un falso bigote imperial, exacto al del Conde. Sus miradas tras los monóculos se cruzaron. Se reconocieron y sonrieron, uno se puso rojo, el otro púrpura. Al día siguiente, tras el flechazo, Juan Dando quiso coincidir con Brel alrededor de la medianoche en el Cabaret Brubeck. Debido al humo acumulado de discusiones, el Conde insistió en salir del papel para tomar aire. Juan Dando se centró entonces en el espectáculo: lo que parecía ser un hombre vestido de mujer, y una mujer vestida de hombre, desnudos, recitando exageradamente poemas de Safo y Calímaco de forma superpuesta. Embelesao y tardando tanto el Conde en volver a la mesa, decidió que entrase directamente en escena, subiese al escenario junto a los dos actores y se desnudase como ellos, añadiendo al ruido la lectura de versos de Catulo. Se les lanzaron plumas, puros, sedas, frutas exóticas, figuritas de cerámica. Juan Dando soltó algunas bolas de notas en las que escribía sobre él. Un escenario hecho añicos de objetos era la estampa, y los tres personajes desnudos en el centro el caos encantador. Sin embargo, el Conde Brel recogió con parsimonia esas notas, y como si se trataran de flores se las puso en el pelo, retando al narrador públicamente a que tachase de la hoja el episodio que se acababa de producir.

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