Se dio la búsqueda y captura de un cabrón de alrededor de 35 años que desapareció, se volatilizó, durante el desarrollo de la pieza de ballet ruso La siesta del fauno.
Su pareja en ese momento, declaró a la policía y al dueño del teatro, que mientras se producía el último movimiento, en el que el fauno reposa bestial y eróticamente ante las ninfas, giró su cabeza hacia su pareja para comentar tal sublime rareza percatándose de que no se encontraba en su asiento.
Declaró, también, muy elegante y desesperada, que estos asientos correspondían exactamente al centro del patio de butacas y que en ningún momento notó cualquier movimiento de su marido a pesar de estar absorta con las mallas del fauno protagonista. Y que nunca le había puesto los cuernos.
Uno de los acomodadores, un varón de 50 años, declaró que durante la obra y situándose en la puerta de acceso a la platea lo único extraño que percibió fue un fuerte olor a ovejas.
Se interrogó al reparto íntegro de ninfas. Declararon que también habían saboreado ese olor a rebaño, pero sobre el propio escenario.
Ya en camerino, desmaquillándose, el fauno protagonista, el reconocido coreógrafo Vladimir Krasew, declaró que sospechó de uno de los extras (incluído en la troupe de faunos secundarios) que le ofrecían vino y uvas en un momento de la representación, y que no lo reconoció como miembro de la compañía.
¿Cabría la posibilidad de que ese "extra extraño" fuera él?
Sus padres, varón y mujer de 70 y 71 años respectivamente, llegaron al teatro cuando caía el sol sobre la ciudad y sobre la escenografía de bosque. Declararon que a su hijo ni siquiera le gustaba el ballet, y que tenían entendido que accedió a ir con su mujer a cambio de que al día siguiente, domingo, fueran al partido Atlético de Madrid - Vigo. Prosiguieron en su declaración: - Álvaro era peludo y un poco cabrito, pero nunca quiso ser actor. Su pasión era la informática.
Álvaro apareció finalmente, al día siguiente, unas horas antes del partido. Se presentó de repente en el salón de su casa, al olor del pan recién hecho en la cocina y su mujer dándose un baño.
No hubo tiempo para explicaciones y rápidamente se encontraron en la grada del Wanda Metropolitano.
Su mujer, atónita, observó cómo su marido animaba a su equipo soplando una flauta travesera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario