"San Juan de la Cruz rocks"

Al despertar, con una cinta de confeti pegada en la cara, en lo primero que pensé fue en San Juan de la Cruz. No pensé en nadie más. Ni siquiera pensaba en mí. Reventé un globo con el pie descalzo al salir de la cama. Me asomé por la ventanita con aire vago, para mirar al cielo e intentar dilucidar que tiempo haría ese día. En mi cabeza era todavía de noche. Supuse que haría sol, era Sevilla, pero justo en ese momento comenzó a chispear y luego, a llover con más fuerza. Aproveché para mojar mi pelo y mi cara, e intentar salir de aquel estado de aletargamiento renacentista. Un gorro de papel en forma de cono cayó al patio. Salí a la calle sin paraguas. La zona donde me encontré era peatonal, pero a mí me parecía estar saltando entre tejados. Me dirigí a la Iglesia del Santo Ángel, en calle Rioja. Llegué allí como por intuición, sin necesidad de mapas, consultando sólo las líneas de mi mano. Estornudé sin querer sobre unas estampas. Creo que intenté beber el agua bendita con una pajita. Las velas rojas hacían un efecto de bola de discoteca. Goteando, me planté ante la imagen de San Juan de la Cruz. Me puse de rodillas, agotado, y a la cabeza se me vino la subida al Monte Carmelo. ¿Podría yo llegar a la unión perfecta con Dios comunicándome a través de un matasuegras?

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