I.

Madame Neuville dejó caer el anillo de oro dentro de la copa de champán. Después de brindar no contuvo la efusividad y al sorber pasionalmente sus deseos comenzó a no poder respirar. El anillo, proveniente de su tatatatattaatatatarabuela, se deslizó tambaleante por su fina garganta y llegó al estómago. Madame Neuville dejó de exhibir muestras de ahogo y continuó bebiendo hasta acabar la botella. El gato negro de Monsieur Labadite, atado con correa de cuero de Fez, consiguió desprenderse de ella y saltó como una liebre hasta el sofá. Allí se acurrucó sobre el cojín de clavos perteneciente al fakir que se había contratado para amenizar la reunión. Cualquer cosa, pensó, era más cómoda que estar privado de su libertad de movimiento. El fakir en cuestión no era persa, ni indio, ni fakir. Baba Baba Malik necesitaba algo de dinero. Su sueño era comprar un Saab 92, lo más mullido posible o un Ford T, para poder pasear a su novia entre algodones. El menú continuaba sirviéndose en el salón pero se esperaba con expectación a que Baba degustase su primer plato: una antorcha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario