"El sitio donde me siento más seguro y a gusto es en la sección de congelados del Carrefour de la calle José Abascal de Madrid"
El sitio donde me siento más seguro y a gusto es en la sección de congelados del Carrefour de la calle José Abascal de Madrid. Es exactamente el centro del súper del centro del barrio que adoro del centro de la ciudad que me acoge. Es como un ohm pero rodeado de nuggets, pizzas Doctor Oetker y san jacobos. Hay silencio en este punto y la piel se tersa por el frío. Hay días que hago peregrinamientos hasta esa localización, aunque no tenga necesidad de llenar la nevera, siempre hay una buena excusa para comprar velas, chocolates o cuchillas de afeitar. Son mis baldosas telúricas, mi tierra santa de ofertas. Unos viajan al Tíbet, otros a Santiago, otros a Jerusalén, pero yo viajo a la sección de congelados del Carrefour de la calle José Abascal de Madrid donde me siento el centro del universo.
por no olvidar la crítica de @nataliadepedroso sobre mi serie de cafeteras 😍:
Juan Dando [ @juan.dando ], un artista que ha capturado la atención del público y la crítica con su enfoque innovador, presenta por primera vez en la galería su serie “Cafeteras”. Esta colección de obras de pequeño formato reinterpreta la clásica cafetera italiana mediante una amalgama de técnicas mixtas, incluyendo collage, lápices, acrílicos, rotuladores y cartas. Cada pieza, rebosante de color, se erige como un microcosmos único que invita al espectador a un viaje introspectivo y sensorial.
La elección de la cafetera italiana como motivo central no es casualidad; este objeto cotidiano, emblemático de la cultura del café, se convierte en un lienzo metafórico sobre el cual Dando explora la intersección entre lo mundano y lo sublime. Al integrar referencias a obras maestras y elementos de la vida diaria, el artista difumina las fronteras entre el arte elevado y la cultura popular, cuestionando las jerarquías tradicionales del mundo artístico.
El uso del collage y la superposición de materiales en estas piezas añade una dimensión táctil y estratificada, reflejando la complejidad de las experiencias humanas y la multiplicidad de perspectivas desde las cuales se puede abordar la realidad. Los colores vibrantes y el trazo decidido de Dando confieren a cada cafetera una personalidad propia, transformándolas en personajes silenciosos que narran historias .
Cada obra es una ventana a un universo donde lo familiar se convierte en extraordinario, y donde el espectador es llamado a encontrar significado en los detalles más simples de la vida diaria.
#arte #analisisdearte @lazonagallery
"David Lynch"
Éramos, somos, cinco hermanos. Y recuerdo que a principios de los años noventa, nos sentábamos repartidos en el sofá y los sillones junto a nuestros padres para ver Twin Peaks. Yo a veces en el suelo, con mi mantita de borreguito, jugando con algún muñeco. La anécdota en cuestión es que después de ese ritual televisivo, el drama llegó en el último capítulo, donde el asesino de Laura Palmer se descubriría. La tensión y el silencio se respiraba en el salón, se podía cortar con un cuchillo jamonero. Supongo que a mí me daba igual porque estaba entretenido con mi muñeco pero ante tanta expectación, era consciente de que un momento culminante estaba a punto de llegar. Mi padre, ante tanto mutismo postadolescente, dejó de tener interés, y decidió dos minutos antes de que se descubriera el pastel, pasar por delante de la televisión hacia la terraza a ritmo de tortuga. El roce de sus zapatos de estar por casa contra el suelo sonaron amplificados ante tal concentración. Mis hermanos gritaron, incluso creo que gritó mi muñeco también frente a ese sacrilegio. Tantos capítulos, tantos minutos gastados de tirantez se iban al garete para observar a mi padre tapando la tele con su cuerpo en esos precisos instantes. Indignado por ese paseo mundano que causó tanto revuelo, cogió el mando de la tele sigilosamente y lo escondió en uno de los bolsillos de su bata verde Lynch. Retrocedió y volvió a su sitio, y en el momento en el que se iba a descubrir el asesino de Laura Palmer apagó la tele. Las caras blancas de mis hermanos se quedaron aún más blancas. Hubo chillidos. Lamentos. Desesperación. Mi padre, sentado, obtuvo su venganza. Moraleja: nunca quejarse de que a tu padre le apetezca salir a tomar el aire en la terraza.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)