De primeras la recepcionista me pareci贸 atractiva. El color morado de su uniforme me pareci贸 un acierto. - Tengo cita a las once. Me mir贸 a los ojos y se disculp贸 para atender una llamada. Era tambi茅n yo. Le coment茅 que en el caso de que no estuviera ocupada quer铆a hacerle algunas preguntas. Me respondi贸 que estaba atendiendo a alguien en recepci贸n pero que tomar铆a mi tel茅fono. - No es necesario- le dije, a la vez, de pie, y en silencio. - Este est煤pido me ha colgado. Pase a la sala, por favor.
El doctor me sent贸 en una silla reclinable. Me sent铆 Frankenstein. Mientras hurgaba en mi boca decid铆 llamar mentalmente de nuevo a la auxiliar. Comunicaba. Lo volv铆 a intentar. Respondi贸. Orden茅 a los dos lobos que esperaban fuera que se acercaran a la puerta para que los pudiera ver. Grit贸. El doctor patin贸 despavorido hacia la recepci贸n mientras yo me abandon茅 en horizontal estrujando la bola antiestr茅s que me hab铆a prestado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario